FALL IN LOVE WITH YOU FIRST ♥

viernes, 12 de septiembre de 2014

A los que pudieron ser y no quisieron.

Estábamos tan cerca, y a la vez tan lejos, que no recuerdo algún otro vis a vis con tanta distancia de por medio.
Espalda contra espalda, empuñando nuestras mejores armas y volviendo la vista atrás en busca de una bandera blanca que resultó ser un apunten, disparen, fuego.
Volaban balas que nos rozaban pero no nos daban, cuchillos que arañaron pero no cortaron y palabras crueles y desmedidas que dañaban como miles de agujas clavándose en la piel.
Los cristales que se rompieron entre los gritos y los gemidos. Plumas de los cojines cubriendo la alfombra donde se habían besado y apuñalado.
Al final, una habitación con dos supervivientes con el corazón en carne viva.
Dos supervivientes que se hacían la guerra como nadie, porque el amor se lo podía hacer cualquiera.
Carla Ruiz

lunes, 11 de agosto de 2014

Porque sé que en el momento que mi pupila visualice tu mirada, volveremos a las andadas.

¿Por qué será que la piel recuerda lo que yo había dado ya por muerto? ¿Cómo lo hará para recordar con los cinco sentidos?
¿O eras tú que sabías a ciencia cierta donde tocar, donde besar, como acariciar...?
¿O fuimos nosotros?
Las ganas de comernos, para acabar matándonos. Las sábanas que tú girabas y la mitad de cama que nos sobraba. Cuando los que girábamos éramos nosotros y no sabíamos si seguiría un beso o un dardo directo al pecho.
Quitarnos la ropa, y luego desnudarnos. Bailar mientras rodábamos por la escalera. Destrozarnos, rompernos para tener quien nos curara aunque fuera con alcohol y no con saliva. Los cigarrillos a medias, el sabor a cerveza y los "te quiero" con doble cara.
Ser la envidia de cualquiera que hubiera oído hablar de nosotros y que nadie entendiera este ni contigo ni sin ti.
¿O puede que fuera que nos queríamos con todo el corazón pero nos odiábamos con toda nuestra inteligencia?
¿El miedo, tal vez, a desafiar a la física y gritarle al mundo que polos iguales también se atraen?
Y yo, que he aprendido a surfear en este huracán y a andar siempre en espiral, no sé si arrancarme la piel o espera a que lo hagas tú.

viernes, 6 de junio de 2014

Besando la cordura que perdimos hace tiempo.

Con unos ojos color chocolate negro, la mirada perdida y el silencio entonando su más ruidosa melodía. Los labios cortados, las medias rotas y las pestañas negro azabache. 
Como una fugitiva dejando rastro con su perfume inconfundible para que la buscaran y no dejarse nunca cazar. 
La suave brisa de la noche le acariciaba el pelo, que se movía como una cortina cuando abres la ventana una mañana soleada de invierno. 
Las preocupaciones y las dudas olvidadas en el fondo del vaso del último chupito. 
Luciendo una sonrisa del sabor de las fresas con azúcar y un oyelo asomando en su mejilla izquierda. 
Miserable, psicótica, asesina.
Y la ciudad, testigo de las de olvido, de los poetas en los tejados, de la desesperación de la luna por encontrarse con el sol y los besos en el portal, no había visto jamás nada tan bonito como ella.


martes, 6 de mayo de 2014

Pero tú, por favor, no me tengas miedo.

Me da pánico el olvido, mi mente y los pensamientos suicidas. 
Me aterran los monstruos que asoman debajo de la cama, los pasos tras de mi y las promesas. Lo rápido que pasa el tiempo, y los trenes; el tic tac de los relojes y las personas que saben mentir. El sueño eterno, las sombras que persiguen y el silbido del viento cuando intento dormir.
Me mata lo vulnerable, las mariposas en el estómago y las cebollas que hacen llorar. La sangre y su atractivo color rojo, los corazones que dejan de latir para siempre y las balas que empapan miradas.
Me angustian las prisas, el cruce de miradas, mirar hacia atrás, el doble sentido de las palabras y los defensores de la biblia y la cruz.
Me aburren las líneas rectas, despejar la x, los cuentos de hadas y el número PI. La falta de ironía, los chistes malos y los besos sin mordida.
Me arruinan las faltas de estilo, agachar la cabeza, las primeras veces, no saber qué decir, los puntos suspensivos y el punto final. Las luces de neón, las estanterías vacías y perder el control. 
Me da vértigo la irrelevancia, las llamadas perdidas, las caídas y las tardes de Domingo.
Me acojonan tus dudas, mis miedos y todo aquello que nos pueda descoser.
Me da miedo el miedo que te tengo.
 
    

miércoles, 9 de abril de 2014

Sé lo que me hago, aunque me haga mierda.

Noto de qué forma me queman la lengua, así como los cientos de miles de cuchillos arañándome la garganta.
Manos que me rompen hasta las entrañas y me hacen añicos como si de una figura de porcelana me tratase.
Las noto mezclándose, pasando desapercibidas y sin hacer ruido, como la oscuridad en la noche; tratando de llegar a los ojos para que ellos digan lo que yo me obligo a callar.
Se pasean por la tráquea, recorren mi esófago imitando el tóxico humo de un cigarrillo. 
Noto su canción, con la que despiertan  las mariposas de mi estómago, y también mis náuseas. Y me transportan a un Domingo de resaca después de una noche de tequila de garrafón.
Me persiguen cual remordimiento o frase mal jurada.
Cruzando cables, volviéndome loca.

Quieren salir y yo me sigo negando. Duelen y me quejo en silencio, rabio de dolor; y aún así me encargo de tapar cualquier fisura por la que puedan escapar y perderse en el viento. Duelen, pero el dolor es soportable o quizá no. ¡Qué más da! - pienso.
Las noto como un escalofrío que me eriza la piel y me hace tiritar. Y no tirito de dolor. Tirito palabras que no diré. Por cobarde o por querer ser demasiado fuerte, otra vez. 

lunes, 24 de marzo de 2014

Dulce introducción al caos.

Labios rojos adictos al humo. Que muerden, que besan con énfasis y ganas, con prisa; que gritan, que gimen, que esperan y desesperan, que se cortan, que nos cortan.
Viento. Tan libre y rápido. Tan ausente, tan astuto y vigilante. Tan ruidoso y sigiloso. 
Que se cuela, que despeina, que lleva, que va y luego vuelve, que se calma. Y las hojas que éste mueve. Cómo vuelan, cómo se dejan llevar, cómo no se oponen ni dicen que no. Y la melena que éste suelta. Cómo baila y seduce, y no para, y no se queja, y no se hata.
Un cuerpo. Que se dobla, que se parte, que se contrae. Que se mueve. Y tampoco para. Se vuelve loco. Que se desmorona. Que se destruye de la forma más bonita. Que siente.
Agua. Que destruye, que rompe con todo, que nos baña, que ahoga. Y las olas. Y más olas.
El pulso y el ritmo. Que se disparan, se aceleran. Siguen y siguen hasta que no pueden más, hasta que no dan para más.


Desorden. Ropa por el suelo, papeles vistiendo mesas, sábanas blancas y arrugadas, tazas de café frío, botellas medio vacías o medio llenas.
Ruido. De coches, de gritos, de puertas, de ventanas que se cierran, de persianas que se suben, de gente. De música que mata por dentro, que nos hace saltar, que nos lleva y nos trae, que transporta, que recuerda.
Caos en estado puro. Rápido, ruidoso, mágico, excitante, atrevido, vivo. Áspero, suave, salvaje, violento, dulce. Bonito y dulce caos. Dulce introducción al caos. 






viernes, 24 de enero de 2014

You need to be cold to be a queen.

"Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego, otros dicen que en el hielo. Por lo que he probado del deseo, estoy con los que apuestan por el fuego. Pero si por dos veces el mundo pereciera creo que conozco lo bastante el odio para decir que, en cuanto a destrucción, el hielo también es grande y suficiente."


El fuego derrite el hielo y lo reduce a algo líquido, manejable, a la nada, sin esfuerzo alguno. Alguien frío solo teme a aquel que intenta darle calor, a aquel que trata de despertar sus sentimientos y tirar por tierra todos sus principios. Le teme porque sabe que si deja que se acerque lo suficiente acabará derritiendo la coraza fría que lo hace invulnerable ante el mundo. Y corre, y aleja a las personas lo máximo posible, muestra indiferencia y sigue convenciéndose de que la única forma de sobrevivir es la insensibilidad. Y sobrevivir lo es todo. Aunque por tan solo cinco, diez o veinte minutos al día notará como ese hielo, quema.
Lo bonito es que nada puede herirte. Te sientes fuerte e invencible. Te tocan pero nunca te hunden, como un Titanic perfeccionado e insumergible. Conoces la culpa porque has oído por ahí que es muy puta. Y no sientes y, por tanto, no sufres. No lloras. No te desilusionan. Ni te calan. Tan solo te diviertes, siendo cruel con todos, incluso contigo misma. Porque la vida ya es bastante aburrida en ocasiones como para morir y no ir al infierno. Y el infierno también hay que merecerlo.