Alguien como él.

Alguien que cuando me ponga borracha me lleve a casa en brazos.
Que me rompa las medias con la boca y luego me compre otras,
que me haga el amor contra la pared y se meta conmigo en la bañera,
que se pierda conmigo para después rescatarme de laberintos sin sentidos,que saque la espada y me defienda de víboras, pirañas y putas. Alguien que no se enfade si no me entiende, ni me entiendo y lo mareo, que me saque la lengua cuando me ponga tonta y me haga enmudecer, que no de por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude, que me haga sufrir porque sí, pero que no me venda amor eterno manoseado. Alguien que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano, que no me compre con regalos, pero que tenga mil detalles de papel, que no le guste verme llorar y me haga reír hasta cuando no tengo ganas, que de vez en cuando decida perseguirme en los bares y conocerme otra vez.
Que me mire, lo mire, y me tiemblen las piernas sin remedio.
Alguien que esté loco por mi, y no se le olvide decírmelo los días de resaca.. Que si se pone animal, sea solo en la cama, y me mate a besos por la mañana, que no se acostumbre a mi y deje de inventar nombres nuevos para despertarme, que si mira a otra, luego me guiñe un ojo, y se ría de mis celos de hojalata.
Y sobretodo que no tenga que perderme para darse cuenta de que me ha encontrado.

Amores platónicos, de eso va la cosa.

Va de amores platónicos. De miradas que se cruzan si querer, de un nombre que no se te olvida. De no conocerle y estar enamorada. De estar ahí, en el momento adecuado y en el sitio correcto para poder verle. Va de echarle de menos a pesar de no haber estado nunca con él. De que se te caiga la baba cuando le ves. Va de locura y obsesión. De eso va mi historia.

Stop the clocks forever.

Llega el puto invierno.

Todo ha cambiado. El aire ha ido dejando atrás su olor a verano. Ahora está impregnado de olor a libro nuevo, olor a lluvia y a frío. Los armarios se vacían de pantalones cortos y bikinis para dar paso a las chaquetas y las bufandas. Las bolsas de playa han sido cambiadas por mochilas. Los amores de verano se han separado. Las papelerías están pasando por su mejor época del año.  Los despertadores han vuelto junto con el sueño y las ganas de dormir. Han vuelto las tardes haciendo deberes y estudiando. Las clases particulares y las actividades extra escolares. Las casitas han quedado vacías y el pueblo vuelve a estar lleno. Se acabaron los helados. Vuelve el chocolate caliente. Los aires acondicionados se han cambiado por calefacciones. Las camisetas de tirantes por las sudaderas. El aburrimiento por el estrés. Han vuelto los 'Nos vemos mañana' y el '¿Hay deberes de algo? Cambiamos la calle por el instituto. Las sandalias por las botas.

El verano parece ser pasado. Entonces te das cuenta de que solo ha podido pasar una cosa, ha llegado el invierno.

No soy celosa, soy detectora de zorras.

Se pronuncia 'celos'. Se escribe ' miedo a perderte '

El mejor profesor es el error.

En estos pocos días de semana que llevamos he aprendido que nunca es demasiado tarde para rectificar. Nunca es demasiado tarde para arreglar algo que rompiste, para enviar una carta que no enviaste, para decir las palabras que nunca dijiste, para pedir perdón las veces que te acobardaste y no lo hiciste. Nunca es demasiado tarde para recuperar una amistad que se perdió. Para demostrar las veces que no demostraste. Nunca es lo suficientemente tarde para volver al pasado y arreglar los errores.
Y cuando lo haces todo cambia, todo es más fácil y diferente. A partir de ahí te das cuenta de que hacer las cosas bien tiene una recompensa y que los errores se rectifican, con tipex o sin él. Porque un error no es solo una falta de ortografía, un error es un mundo y ese mundo altera tu propia realidad.

                                         Rumbo a la felicidad.